En el corazón de La Habana Vieja, en Cuba, se encuentra uno de los bares más emblemáticos del mundo: El Floridita. Conocido por su impresionante legado histórico, su ambiente distintivo y, por supuesto, su famoso daiquirí, El Floridita es una joya que atrae tanto a locales como a turistas de todas partes del mundo. Fundado en 1817 bajo el nombre de "La Piña de Plata", el bar ha sido testigo de gran parte de la historia y la cultura cubana, transformándose con los años en un símbolo de la excelencia en la coctelería y la calidez de la hospitalidad cubana.
El Floridita debe gran parte de su notoriedad a la pasión y el talento de Constantino Ribalaigua, conocido popularmente como "Constante". Hijo de inmigrantes españoles, Constante se unió al equipo de El Floridita a una edad temprana y eventualmente se convirtió en el dueño. Bajo su liderazgo, el bar floreció, desarrollando una reputación sin igual por sus bebidas y el talento innato de Constante para la mixología.
Fue Constante quien transformó el daiquirí en el cóctel por excelencia que hoy todos conocen. Experimentando con variaciones de esta simple mezcla de ron, azúcar y jugo de limón, logró elevar el daiquirí a su máxima expresión, acreditándose el mérito del uso de la batidora para lograr la textura perfecta que caracteriza a la bebida.
El Floridita también es famoso por ser uno de los lugares preferidos del escritor estadounidense Ernest Hemingway, quien vivió en Cuba durante muchos años. La presencia de Hemingway ha sido inmortalizada en el bar a través de una estatua de bronce a tamaño real que siempre parece estar disfrutando de un daiquirí en la barra. Se dice que Hemingway frecuentaba El Floridita para beber su versión personal del cóctel, conocido como "Papa Doble", una bebida más fuerte y menos dulce que la versión original.
Hoy en día, El Floridita sigue siendo un atractivo turístico imperdible para cualquiera que visite La Habana. Su ubicación en la calle Obispo, una de las más transitadas y vibrantes de la ciudad, lo convierte en un punto de fácil acceso para los turistas que exploran el casco histórico de la capital cubana.
El interior del bar conserva el encanto de la época dorada de los años 50, con su decoración de estilo art decó, su barra de caoba, y las fotografías en blanco y negro de sus visitantes más ilustres. Los turistas que cruzan sus puertas no solo vienen a saborear el famoso daiquirí, sino también a sumergirse en una atmósfera que encapsula la esencia de la Cuba de antaño.
Además del famoso cóctel, El Floridita ofrece un ambiente acogedor con música en vivo, normalmente protagonizada por músicos cubanos que tocan ritmos tradicionales como el son y la guaracha, añadiendo al encanto del lugar y completando la experiencia cultural inmersiva.
Es un punto de referencia cultural e histórico que cuenta con una rica historia ligada al desarrollo de la cultura coctelera de Cuba y sus conexiones literarias a través de figuras emblemáticas como Hemingway. Visitar El Floridita es más que degustar un excelente daiquirí; es experimentar un pedazo vivo de la historia cubana. Para aquellos que buscan explorar la herencia cultural de Cuba, El Floridita ofrece una parada esencial que encapsula la riqueza del pasado y el vibrante presente de La Habana. Así, cada visita se convierte en un tributo a más de dos siglos de tradición, sabor y excelencia.